Europa está llena de ciudades y pueblos que, por distintos motivos, fueron abandonados y quedaron en silencio, como testigos de épocas pasadas. Explorar estos lugares ofrece una experiencia única, donde la historia se mezcla con la naturaleza que lentamente reclama los espacios construidos por el hombre. Cada ciudad abandonada tiene su propia historia: algunos fueron víctimas de guerras, crisis económicas, desastres naturales o cambios sociales, pero hoy permanecen como escenarios casi fantasmales que fascinan a viajeros curiosos y fotógrafos.
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Uno de los ejemplos más emblemáticos es Craco, en el sur de Italia. Esta ciudad medieval fue abandonada durante el siglo XX debido a deslizamientos de tierra y terremotos que hicieron inhabitable la zona. Sus calles empedradas, casas de piedra y castillos en ruinas transmiten una atmósfera única. Caminar por Craco es como viajar en el tiempo: los edificios vacíos y los balcones cubiertos de vegetación permiten imaginar cómo era la vida cotidiana hace siglos. Además, la luz que atraviesa las ruinas crea paisajes impresionantes para los amantes de la fotografía.
En Francia, Oradour-sur-Glane se ha mantenido como recuerdo histórico del horror de la Segunda Guerra Mundial. El pueblo fue destruido en 1944 y se decidió conservarlo tal como quedó, como memorial de las víctimas. Las casas y la iglesia permanecen intactas, y pasear por sus calles es una experiencia sobrecogedora que combina historia, memoria y reflexión. Este tipo de ciudades abandonadas no solo atrae a quienes buscan aventuras, sino también a quienes desean comprender la profundidad de los acontecimientos históricos que marcaron Europa.
En España, también existen ejemplos sorprendentes. Belchite, en Aragón, es un pueblo que fue completamente destruido durante la Guerra Civil Española y nunca reconstruido. Sus calles, iglesias y plazas están cubiertas de vegetación, creando un paisaje melancólico pero impactante. Belchite se ha convertido en un lugar de peregrinaje para quienes quieren conocer la historia de la guerra desde un punto de vista tangible y sentir la atmósfera de un pasado doloroso que permanece congelado en el tiempo.
Italia ofrece otro ejemplo con Pentedattilo, en Calabria. Este pueblo, situado en una colina con vistas al valle, fue abandonado debido a terremotos y migración masiva de sus habitantes hacia ciudades más grandes. Hoy en día, Pentedattilo es conocido por sus casas de colores, sus calles empinadas y sus leyendas de fantasmas que atraen tanto a turistas como a curiosos interesados en historias misteriosas. Los festivales locales, que se celebran ocasionalmente en el pueblo, permiten revivir parte de la cultura que una vez habitó estos espacios.